Intentas reírte. Te sudan las manos. Una broma. Una mueca. Una mirada de reproche. No opinan igual que tú, a pesar de que tú fundamentas tu opinión en la realidad, y ellos basan la suya en supuestos absurdos.
Pero claro, ellos son más.
Y empiezan a tomar el tema, dándose la razón unos a otros, sin dejar de mirarte, como diciendo: "¿Ves?".
Y tú intentas pasar, no darle importancia, ir a tu lugar feliz... Pero su falta de objetividad, esas mentes conservadoras, hijas de tópicos y otros cerebros aún más conservadores, esa convicción con la que pronuncian las palabras de otros, que ni siquieran han intentado comprobar... Te saca de tus casillas.
Y ahora el único lugar feliz que hay es el escenario de un crimen. Una masacre. Y tú te ríes de verdad, arma en mano, contemplando el baño de sangre.
Vuelvo a soñar despierta. Ya me han llamado la atención varias veces. Pongo mi mejor sonrisa falsa, largo tiempo olvidada gracias a personas que me quieren tal como soy.
Intento ser diplomática, pero en mi cabeza retumba la imagen de la masacre. En estos momentos, recuerdo la frase, esa frase mágica y trascendental:
¿Quién dice que el asesinato no es un ARTE?